Foro galego de testemuña cívica


Los mecanismos de censura ahora son brutales

01-11-2014 19:09

Texto: Cristian Jara. Fotos: Guillem Sans

 

En una inusual presentación denominada “derecho al pataleo”, el periodista y escritor Gregorio Morán, expone los motivos por los cuales su libro  El cura y los mandarines, historia no oficial del bosque de los letrados ha sido “censurado por editorial Planeta” pocos días antes de su publicación.

  

En la puerta del horno se quema el pan

Luego de haber estado a punto de publicar en editorial Planeta El cura y los mandarines, “el libro más duro que he escrito” cuando ya tenía “las segundas galeradas, la carátula, los elogios desbordantes al autor”, un libro al que “solamente faltaba darle al botón para empezar a imprimir”, Gregorio Morán (Oviedo, 1947) recibió la noticia de que dicho manuscrito no se podía publicar por “11 malditas páginas” en las que critica a la RAE  y donde además ironiza sobre algunos “autores de la casa”.

Sin embargo y aun cuando el lado morboso de la cultura, “es un morbo limitado”, Akal ediciones se ha animado  a publicar el libro, previa aceptación de las dos condiciones impuestas por Gregorio Morán; eso sí en este caso el periodista asturiano agregará “dos paginitas para explicar el incidente tan chocante y divertido”.

 

David no venció a Goliat

Aunque lo ocurrido parece arrancado de las páginas de una ficción, no todos los días alguien se enfrenta  un emporio tan importante como editorial Planeta, ahora bien ocurre a la vez  que David en este caso no venció a Goliat. Eso Gregorio Morán lo entiende y asume. En consecuencia y sin duda tal como él manifiesta debe haberle resultado chocante, pero quizá no tan divertido, sobre  todo por lo que supone haber dedicado diez años de trabajo a este manuscrito de 700páginas para finalmente verse envuelto en una situación de censura como la que directamente le afecta. Pero él ha querido cortar por lo sano antes que prescindir de aquellas 11 páginas que anularon la publicación. Por eso aceptó el “acuerdo de divorcio” entre él y la editorial. Lamenta sin embargo que haya tenido que ser así, sobre todo cuando en 1979 hubo razones mucho más fuertes para censurar el libro que escribió sobre la vida de Adolfo Suarez, reeditado en 2009.

En toda esta suerte de palabras afectadas hay una frase “felicísima”: “Bueno Gregorio en un libro de 700 páginas… que importan 11,”.

Olímpica inocencia salida de la boca de uno de los responsables editoriales de Planeta y que Morán pide, exige, ruega,  meter “en el catálogo de las genialidades”.

 

El motivo de la censura

La parte que según parece desató el escándalo en un lugar de la mancha donde ya nadie lee,  corresponde a las críticas que Morán vierte sobre Víctor García de la Concha, ex director de la RAE y actualmente director del Instituto Cervantes, cargo que fue ofrecido a Mario Vargas Llosa en 2012 y que el Nobel, en un afán por no ver alterado su valioso tiempo que prefiere ocuparlo en la escritura,  por segunda vez rechazó. Cierto es pues que Morán nunca imaginó que García de la Concha fuera a ser el causante de una auténtica ruptura con la editorial en la que venía publicando desde hace 35 años.

Según cuenta Morán “Víctor García de la Concha controlaba y controla a lo que parece el mayor negocio editorial que existe en España. En ese sentido  agrega “que el libro más vendido en España y Latinoamérica es el diccionario de la RAE, con una media de 450.000 ejemplares”, en consecuencia deduce que alguien debió suministrarle a García de la Concha  el texto que se dedicaba a él, dadas las buenas relaciones de Planeta que había comprado Espasa: editorial que “tiene el monopolio de la publicación del diccionario de la RAE”.

 

Tiempo para pensar

Aun cuando desde la editorial Planeta mediante una carta le dieron tiempo para pensarlo, Morán les dijo “que era tiempo perdido, que yo no estaba dispuesto a quitar ese capítulo que además me parece un capítulo importante porque formaba parte de lo que yo estaba denunciando sobre los mandarines de la cultura…”Así fue como llegaron a un acuerdo que Morán denominó de “divorcio amistoso”, con “un único hijo de por medio que era el libro y el libro era mío”.

 

Dos condiciones

Antes de decidir con qué casa editorial publicaría El cura y los mandarines, Morán puso dos condiciones que quizá también pasen la catálogo de lo inusitado, la primera: que no se leía el manuscrito mientras no se firmara un contrato,“llevo años en este oficio, entregar un manuscrito cuando estás bregado en este campo significa que el manuscrito circula que en la editorial lo tienen que leer diez personas”, en suma significa tiempo y que al avez uno corre el  riesgo de ser rechazado con el argumento de que es un manuscrito “muy  largo para nosotros”. Y claro, según expresa Morán  no quiere perder ya más tiempo con este libro. La segunda  condición es que el librono se podía eternizar, “tenía que salir ya, el manuscrito fue entregado a la editorial Planeta en noviembre del año pasado, es decir que ahora acabamos de cumplirun año con el manuscrito, volver a otro medio un año significa que los libros también caducan”.  Morán admite estar harto de corregir pruebas, “quiero borrar ese libro, digámoslo así, de mi vida”. Tales condiciones fueron aceptadas por editorial  Akal y el libro será editado por navidades.  

 

Año 1979

Morán confiesa que no se esperaba una reacción así porparte de editorial Planeta pues ya en 1979 cuando publicó Adolfo Suárez: historia de una ambición, recuerda que lasreacciones previas a la publicación del libro y lo que se intentaba hacer para conseguir el manuscrito, fueron enormes, así como variadas “las ofertas que a uno lehicieron para que no se publicara el libro”. Sin embargo, el libro salió adelante, se publicó y no porque desde la editorial se quisiera apoyar a algún partido político, “sino porque entonces eran posibles esas cosas, la capacidad del poder para frenar no era tan omnipotente como ahora”. Por ello en una carta dirigida a José Manuel Lara, presidente de Planeta al que Morán conoce desde 1977 mostrándole su sorpresa le recordaba: “cómo es posible que en 1979 fuéramos capaces de echarle un pulso a un presidente de gobierno en ejercicio en la cima de su poder y se publica el libro, y en cambio ahora no seamos capaces de superar a Víctor García de la Concha”. Morán recibió como respuesta que el señor Víctor García de la Concha es un colaborador eficaz e importante de la casa y que el problema fundamental son “tus once malditas páginas”.

Para el también  autor de El maestro en el erial: Ortega y Gasset y la cultura del franquismo, “los mecanismos de la censura ahora son brutales”, en lo referente a la censura económica le resulta tan implacable o más como la política. Para este periodista en definitiva “la política es una censura económica, y viceversa”.

 

Ideales deteriorados

A diferencia de lo que le ocurrió a Flaubert, tras la publicación de Madame Bovary, esta censura en la que se ha visto inmerso Moran demuestra “las cagarrutas que hago yo”, bromea.  Lamenta por otra parte  que  el valor de los ideales este “muy deteriorado” y sin desviarse del tema que le afecta denuncia que la primera negativa que tiene un periódico o un medio cuando censura “es que no censura”.  

 

Insolidaridad profesional

A Morán después de este episodio amargo de su vida le queda claro también, aunque probablemente ya lo sabía de antes que “la insolidaridad profesional del gremio de la escritura o del periodismo alcanza niveles en este momento escandalosos”. Y si hay que hablar de manifestaciones solidarias o no solidarias estas provienen de la época de la dictadura.

Como quien le añade una raya más al tigre afirma que en lo que respecta al mundo editorial  “estamos en una de las crisis más difíciles” primero porque no se puede calcular  “cuando vamos a salir de ella. Sin ánimo de ser optimista o quizá como conocedor de la realidad le parece que  “quizá otras generaciones lo vean pero nosotros…”.

 

Es puro negocio

En un ejercicio de modestia admite que no tiene “vanidad” aunque orgullo sí, ahora bien, “no llega mi orgullo a calibrar que 450 mil ejemplares valen un libro mío”… Pide seriedad ante el asunto y queda claro que haciendo referencia a lo sucedido parafrasea a don Vito Corleone, personaje de El padrino: “no es nada personal es sencillamente negocio”.

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