Foro galego de testemuña cívica


Enterrados en las propias mentiras

02-10-2019 04:02

Por: Vicent Partal


En la serie de televisión 'Chernobyl' se aprecia a la perfección uno de los mecanismos fundamentales que acabó desencadenando la implosión de la Unión Soviética y su final: el régimen vivía inmerso en la mentira permanente. Hay un momento, no revelaré muchas cosas, en que Gorbachov descubre con sorpresa que es cuestión de horas que haya un desastre de tal magnitud que deje buena parte de la Unión Soviética y de Europa central inhabitable para los seres humanos durante siglos. Y se demanda como se puede haber llegado a esta situación tan límite. La respuesta la tiene el KGB y no es sino que todo el mundo miente. Le explican que toda la cadena de mando, que empieza a escala local, y todos los órganos del estado, salvo la policía secreta, mienten y mienten al secretario general y máximo dirigente del país, quien, obviamente, no puede tomar decisiones acertadas basándose en una mentira permanente. Sólo la perspectiva de la mayor catástrofe planetaria nunca registrada disparó la cadena informativa lógica y encendió todas las alarmas. Cuando ya era demasiado tarde y era inevitable que mucha gente muriera para evitar un mal mayor. Aquel hecho impresionó tan profundamente a Gorbachov que le llevó a proponer una reforma a fondo del sistema, con la perestroika pero, sobre todo, con la glasnost, que al final hicieron colapsar el estado soviético bajo el peso de sus enormes contradicciones.

Hace tiempo que las comparaciones entre la vieja Unión Soviética y el actual estado español, en muchos temas y salvando las distancias obvias, son muy instructivas e interesantes. Especialmente, con respecto a la gestión de la información.

Cuando los especialistas tuvieron que explicar por qué la información que llegaba al Kremlin era tan mala que suscitaba errores de dirección monumentales, se estableció un consenso en el sentido de que nadie quería escuchar la realidad ni asumirla y esto hizo degenerar la cadena informativa, que necesita ser sólida y rigurosa si quieres gobernar bien el país. Muy resumido: el Kremlin, una gente engañada por sus intermediarios tomaba decisiones suicidas que incluso iban en contra de los propios intereses de preservación del régimen. Y por qué pasaba esto? En parte, para evitar la autocrítica y tener que reconocer los propios errores; en parte, por miedo. Pero no se explica todo sólo desde dentro. Es evidente que para que esto fuera posible no debía existir una prensa libre y crítica y la mentira debía ser asumida como normalidad.

Y aquí es donde están en Madrid, ahora. Es estremecedor leer la prensa española estos días y ver cómo se tragan las mentiras, una tras otra. Medios de comunicación con estructuras enormes y capacidades casi infinitas repetían ayer como papagayos la mentira difundida desde las cloacas del estado sobre la participación de Anna Puigdemont como presunto enlace entre los detenidos de la semana pasada y los presidentes Torra y Puigdemont . Después se supo que el día de la presunta reunión ella estaba en el hospital, con lo cual tuvieron que disimular los titulares escandalosos de horas antes. Pero llama mucho la atención que periodistas experimentados y medios que se presentan como serios se puedan llegar a creer que los dos presidentes, que se reúnen regularmente en Waterloo cara a cara, sin intermediarios y en un entorno de libertad, tengan ninguna necesidad de pasarse papeles por un conducto complicadísimo, necesitando que la hermana de uno de ellos los ponga en contacto con los CDR. A mí me parece imposible que esto pase y, por tanto, debo asumir que mienten a propósito, sabiendo que lo que escriben no tiene ningún sentido.

En su momento, Mariano Rajoy cometió un montón de errores con respecto al Principado para que la información que le llegaba sobre las cosas que pasaban era simplemente falsa. La vicepresidenta Soraya Sáenz manipulaba todos los dossiers que Rajoy recibía y que tenían como fuente Enric Millo y Alicia Sánchez-Camacho. De este modo, la imagen que el presidente del gobierno español tenía de lo que pasaba en Cataluña no podía ser más errónea. En el caso de Pedro Sánchez, parece que Miquel Iceta hace de Soraya Sáenz y que la información que llega a la Moncloa es igual de sesgada o aún más y todo. Con el añadido de que Rajoy sólo leía el Marca y Sánchez parece que lee unos diarios que podrían explicar qué pasa y servir de contrapunto, pero que renuncian al periodismo y complican no sólo la convivencia sino, incluso, la toma de decisiones para parte del estado que tanto juran amar.

Y esto nos acerca a Txornòbil. Los acerca a ellos, quiero decir.

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