Foro galego de testemuña cívica


El cuco

26-10-2014 15:09

No sólo desaparece el pasado de Rajoy, sino que aparenta que es el hombre que limpia la cloaca

Imagino que los Cuculus Canorus, es decir, esos lindos pajaritos llamados cucos, son precisamente muy cucos por aquello de poner sus huevos en nidos ajenos. Según parece, la hembra del cuco de­posita un solo huevo en el nido de otra ave más pequeña y cuando nace el cuco se deshace de los polluelos y de los huevos de la otra especie. Es así como consigue dos efectos muy beneficiosos: quedarse con el nido que otro ha construido y no asumir riesgos construyendo el propio. Lo dicho, el cuco es muy cuco.

Don Mariano Rajoy también es una especie avícola muy cuca y, aunque lo suyo no es poner huevos, tiene una habilidad natural para perpetrar un comportamiento parejo: el de quedarse el nido y tirar por la borda la herencia. Veamos, por ejemplo, lo que está ocurriendo con la estridente imputación del ex ministro Acebes en la primera línea de flotación. A pesar de todos los escándalos que arrecian en las esquinas de Génova y de las decenas de líderes del PP implicados en mayor o menor medida en causas penales de gran relieve político, Rajoy ha conseguido crear la ficción de que nada va con él ni nada le atañe, como si fuera exactamente como el cuco, un okupa del nido de otro. Es decir, sus polluelos son nuevos e impolutos, y lo que había an­tes está en caída Ubre, gracias al empujoncito que le ha dado. Ergo, Acebes, Bárcenas, Gürtel, Fabra y el tutti quanti de este dantesco espectáculo de la podredumbre no son polluelos de su carnada, sino la pesada herencia del ínclito Aznar, actualmente relegado al Palacio de Invierno, desde donde pro­clama el fin del mundo. Es decir, el bueno de Rajoy no sabía, no conocía y no estaba, de manera que sus años en el PP con cargos de primera relevancia, incluyendo despachos ministeriales en el Gobierno, codo con codo con los Acebes de turno, fue un espejismo que no dejó rastro. Hoy por hoy, puro humo. Se está quemando, pues, la época de Aznar con una hoguera de dimensiones cósmicas que implica dinero público y abuso político, y la gran proeza de la política española es que Rajoy, que estaba en la primera línea de aquella época, y que fue la yema del dedo del propio Aznar para ser ungido como sucesor, ahora ni tan sólo se chamusca. De hecho, don Mariano es aún más prodigioso, porque no sólo desaparece su pasado, sino que consigue aparentar que es el hombre que limpia la cloaca. Es decir, se queda el nido donde él mismo nació, creció, se alimentó y gozó ampliamente de sus mieles; tira por la borda a los polluelos del patriarca, a la primera que manda; y al rato aparece como el barrendero de la suciedad heredada.

Pronto pasará como aquellos personajes de Milán Kundera, cuya foto en la historia era concienzudamente borrada para que nunca hubieran existido. Sólo que en el caso de Kundera se trataba de desaparición por represalia, y en el de Rajoy es un notable mutis por el forro. Misterio Houdini en la Moncloa...

Por Pilar Rahola

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