Foro galego de testemuña cívica


El concepto de orden público

30-10-2019 22:24

"Sin violencia tampoco se puede hablar de nada porque el Estado fallido español no tiene defensa racional posible"
 
por Ramón Cotarelo 29 de octubre de 2019 19:50
Artículo de opinión (El Món)


El ministro del Interior califica la insurrección catalana de "problema de orden público". Es el punto de vista del nacionalismo español. Los españoles nunca admitirán que su país es un fracaso, que lleva siglos siéndolo, que no se mantiene en pie, que es imposible mantener a hostias esta ficción, y que un territorio del que quieren irse millones de personas no se puede llamar nación.

Se niegan a admitir que el invento de las múltiples restauraciones es ilegítimo. Se empeñan en rebajar el problema a uno de orden público para justificar el uso de la fuerza, la mentira, el engaño y el terror contra una población desafecta. Invocan el supremo interés de su patria que no es la de la gente, sino el estrafalario constructo de una oligarquía castellana tradicionalmente oscurantista, incompetente y liberticida.
Así se mantiene esta imitación de Estado de raíz fascista disfrazado de Estado de derecho. Un Estado de derecho que reconoce como víctima a un fascista instigador de la violencia y el crimen, legalmente condenado a muerte y ejecutado por los poderes legítimos de la época. El resultado es berlanguiano: el "ausente" del franquismo vuelve a estar presente con el socialismo hasta el punto que hay quien dice que han sacado al genocida del Valle de los Caídos para que el fascista de los puños y las pistolas esté más cómodo.

Puños, pistolas, porras, escudos, pelotas de goma, gases, mangueras, palizas, torturas, la parafernalia del fascismo español al día. Lo aplicaron en el País Vasco para mentir y desnaturalizar un conflicto político nacional valiéndose de un inmenso aparato de propaganda con la ayuda de los medios, los intelectuales, las universidades, la iglesia, etc., todos condenando angélicamente el uso de la violencia en abstracto, y legitimando en cambio su violencia criminal concreta sin solución de continuidad desde el 18 de julio de 1936.

Los independentistas vascos cometieron un error al mantener la violencia contra un régimen que, siendo violento, se había disfrazado de Estado derecho, repudiando falsamente la violencia anterior. Esto permitió a los ideólogos del régimen el famoso enunciado de "sin violencia, en España, se puede hablar de todo".
Cuarenta años más tarde, la mentira es patente en Cataluña. De ello se encarga el mencionado ministro de "Justicia" del reino, el dudoso "juez" Marlaska, experto en el País Vasco y al que en media docena de ocasiones la jurisdicción europea recriminó no investigar las torturas. Un juez negligente con la tortura es, en realidad, cómplice de ella. Para este hombre, aquí no hay conflicto político, problema de legitimidad, de opinión pública o gobierno por consentimiento. Hay un problema de orden público.
El independentismo catalán no ha cometido el mismo error que el vasco y no ha usado la violencia, sino que, al contrario, ha elaborado un discurso radicalmente pacífico. Con ello ha dejado patente la mentira de la oligarquía española: sin violencia tampoco se puede hablar de nada porque el Estado fallido español no tiene defensa racional posible.

Negarse por la violencia al ejercicio del derecho de autodeterminación como hacen los pueblos civilizados es la confesión palmaria de la quiebra moral y política de España. La económica y social es el habitual.

Por eso han puesto al ex juez cómplice con las torturas en el País Vasco, para trasplantar en Cataluña el modelo del plan ZEN, un estado de excepción de hecho, similar al de las dictaduras latinoamericanas en que la policía secuestra ciudadanos, los tortura, los hace desaparecer y siembra el terror. Como Cataluña hoy y en el País Vasco ayer.

El fascisocialismo español está dispuesto a hacer valer en Cataluña la violencia y el crimen de sus bandas armadas, a veces con uniforme y otros de paisano, con o sin mandato judicial, con o sin números de identificación. La siniestra finalidad es sembrar el terror policial acusando la población pacífica de terrorista. Construir el relato criminalizador. Como en el País Vasco. Como Alsasua.

Por eso es tan importante no caer en la trampa de las provocaciones de las bandas policiales. No recurrir a la violencia en ningún caso.

Excepto en el de legítima defensa ante los asesinos, con o sin uniforme.

—————

Voltar