Foro galego de testemuña cívica


Cuando sólo decir “gràcies i bon dia”, te cuesta doscientos mil euros

31-07-2019 04:00

«En cuestiones de lengua y de respeto a los derechos lingüísticos de los catalanoparlantes, es alarmante constatar cómo va degradándose la situación»

Por: Vicent Partal

Paula Rotger es una trabajadora del aeropuerto de Palma. Cada día pasa por los detectores, pero hace una semana le sonaron. Como ocurre tantas veces y con tanta gente en tantos aeropuertos, los agentes de seguridad la sometieron a una inspección antes de dejarla pasar. Al cabo de un rato, mientras hacía una reunión ya en su puesto de trabajo, aparecieron dos guardias civiles para pedirle que volviera a pasar el control. Ella los acompañó y lo pasó sin problemas.

Hasta aquí, la historia no tendría ningún interés para nadie, una cotidianidad como cualquier otra. La cosa sorprendente viene después. Al despedirse de los guardias, Paula Rotger dijo “gràcies i bon dia”, con toda normalidad. Pero esto desencadenó un conflicto increíble e indignante. Uno de los guardias civiles la amenazó inmediatamente, diciéndole que 'a la autoridad se le habla en español' y posteriormente imputarle una infracción por haber 'puesto en peligro la seguridad del aeropuerto'. Y a consecuencia de esta inexplicable infracción, le piden doscientos mil euros de multa.


El caso ha despertado una enorme polémica y podría ser que, por eso mismo, se acabara resolviendo. Pero la cuestión es que prácticamente no pasa ninguna semana sin que sea necesario referirse a alguna agresión lingüística protagonizada por los cuerpos policiales españoles. La semana pasada fue el caso de Jafet Pinedo en Elche, esta semana el de Paula Rotger y así vamos haciendo.

En cuestiones de lengua y de respeto a los derechos lingüísticos de los catalanoparlantes, es alarmante constatar cómo va degradándose la situación. Hace décadas, por ejemplo, era habitual que las declaraciones de los políticos catalanes fueron subtituladas en las televisiones españolas sin que ello fuera ningún problema. Ahora, en cambio, si un personaje público se comporta con normalidad, recibe amenazas o una campaña en contra, como ocurrió hace unos días al presidente de la Cámara de Comercio. La mezcla del renacido autoritarismo policial y el creciente supremacismo lingüístico español nos lleva a un pozo sin fondo del que no saldremos sin plantarnos, y plantarnos de verdad. Y lo peor de todo es que, además, ahora estos energúmenos pretenden convencernos de que eso que hacen ellos es normal. Pero no tiene nada de normal.

Porque no es normal, ni puede serlo en ningún estado democrático, que la policía te amenace si tú no eres ninguna amenaza. Y no es normal que nadie pueda identificar un educado “gràcies i bon dia”, como un peligro de ningún tipo. Dicen que la ignorancia se cura viajando, y si es así, los unionistas españoles harían bien, por ejemplo, ir de Son Sant Joan en Heathrow. Y constatarían, sólo pasar la aduana, como un estado que se ocupa de sus ciudadanos defiende sus derechos y hace bandera de esta defensa, contra los abusos del propio estado. Porque lo primero que te encuentras es un gran cartel que recuerda dos cosas muy elementales, que simplemente quisiera que fueran las normales aquí. Avisa de que si uno de sus miembros no te ha tratado adecuadamente, no sólo tienes el derecho de denunciarlo, sino que ellos consideran que tienes la obligación. Pero también recuerda, y eso me sorprendió mucho la primera vez que lo vi, que en el aeropuerto (londinense) de Heathrow cualquier ciudadano tiene el derecho de hacer la denuncia en inglés o en galés. A esto se llama estar al servicio de los ciudadanos, de la gente que paga con sus impuestos ese servicio.

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